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¿Te contamos una historia?

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..... Así que un día inscribes a tu niña de 3 años a una clase de gimnasia. Principalmente lo haces para tener 2 horas libres a la semana y aprovechar que salga un poco más cansada de clase y esté tranquila por el resto del día, pero eso no es lo que va pasar...

Ella sale de su clase y regresa a bailar por toda la casa. Agita un listón en el aire, corre de puntitas y empieza a dar vueltas y saltos en el aire, preguntándote todos los días ¿hoy toca gimnasia?

Sin darte cuenta lo siguiente es escucharte quejándote de tener que manejar 2 o 3 veces por semana a la academia, que el entrenamiento fue más tarde de lo esperado (y entre semana!), el tiempo que tarda tu hija en cambiarse cuando a ti te urge pasar por la ferretería antes de que cierren. ¡Y ni si quiera empezamos con los gastos! Las clases, el vestuario, el maquillaje, las punteras, los aparatos, los viajes, las competiciones, uniformes, campamentos, ligas, horquillas, ¿mencione las punteras?

Te empiezas a preocupar porque cada vez más días a la academia, las clases cada vez son más largas, ha tenido que ir algunos sábados, hace sus deberes en el coche, sale corriendo de la escuela para ir a clase, en verano solo espera el curso intensivo y ahora solo habla en términos extraños.

Te sabes de memoria el teléfono de la entrenadora, del ortopedista, del fisioterapeuta y la de los masajes musculares. Tu bolsa está siempre llena de curitas, barras de proteínas, desinflamatorios, gatorade y micropore. Te sientas con las otras mamas de la academia a pegar cristales de Swarovski, coser, cortar, despuntar.

Y en el momento menos esperado está terminando la prepa, en su última competición de individual o conjunto y es el último par de punteras que compraste para tu hija.

Cuando sea la última vez que veas que sale con la cara en alto sonriendo a dar todo de sí misma frente a veinti tantas jueces que la califican, ¿te acordaras de las horas, el dinero, el tráfico y el esfuerzo?

Yo creo que no.

Pensaras en los regalos que la gimnasia rítmica le ha dado a tu niña: la capacidad de priorizar y hacer varias cosas a la vez, un cuerpo fuerte, femenino y flexible, el trabajo bajo presión y resolver problemas en el último minuto, un sentido de la musicalidad maravilloso, la habilidad de hablar en público y de manejar grandes audiencias.

Estarás orgullosa de mandar a tu hija al mundo real con grandes valores como el esfuerzo, trabajo, disciplina, responsabilidad ética profesional. Sabrás que tu hija está rodeada de mujeres igual de poderosas con gran sentido de comunidad, apoyo mutuo, admiración y respecto. Y finalmente entenderás que haber llevado a tu niña hace 15 años a la gimnasia fue una de las mejores decisiones que como mama pudiste haber tomado. 

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